En Rusia, Macaya 'jugará' su Mundial número 16

Anécdotas de los Mundiales con el periodista récord en cubrimientos.

Jorge Barraza

Columnista Futbolred

Foto: Archivo particular

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13 de abril 2018 , 03:20 p. m.

-¿Cómo vas, Enrique…?
-Bien, trabajando.
-¿Cómo estás de salud?
-Perfecto.
-¿Te veremos en Rusia…?
-Sí, estoy acreditado por Torneos y Competencias.

Fue durante cincuenta años el comentarista número uno en un país donde hasta las mujeres comentan fútbol. Nació en 1934, año mundialista, lo que marcaría su vida. Enrique Macaya Márquez, figura estelar del análisis futbolero en la televisión argentina, alcanzó en Sudáfrica 2010 un rótulo que ni soñaba: ser el periodista en actividad con más Mundiales de cobertura, 14. Así igualó al irlandés Malcolm Brodie, quien estaba con vida, pero no fue a la copa africana por estar ya muy veterano. Y en 2013 falleció.

Otro sudamericano, el genial uruguayo Diego Lucero, ostentaba el rótulo de ser quien más copas del mundo narró como reportero: 15. Pero Macaya lo igualó en Brasil 2014 y, si Dios le sigue conservando la frescura, lo superará en Rusia. Y será el primer periodista (quizás el primer ser humano) que haya presenciado 16 Mundiales. Están sus credenciales para confirmarlo. Y la FIFA. Ya en 2002 fue galardonado por la casa de Zúrich, pero él sigue su marcha imperturbable.

-¿La verdad…? a esta altura cambiaría un Mundial por dos añitos menos -bromea, pero ya cercano a los 84 está impecable Macaya (así lo llama el ambiente). Física e intelectualmente luce impecable, ágil de movimientos, memorioso. Y activo...
-Sigo en actividad. Estoy tres veces por semana en un programa de DirecTV (“De fútbol se habla así”), también en la TV Pública y tengo una cátedra de fútbol en la Universidad de Palermo. Me siento con ganas.

El IBC (International Broadcast Centre) es el gigantesco conglomerado que la FIFA monta en cada Copa para los medios audiovisuales, Allí están concentrados todos los canales y radios del mundo con derechos de transmisión. A cada uno se le asignan estudios, oficinas, dependencias. En ese universo, Macaya es un patriarca. En 1985 pasó a ser el analista estrella de Torneos y Competencias, siempre con su perfil mesurado y de mucho conocimiento táctico.

-Debuté en los Mundiales en 1958. Era mi primer viaje a Europa, no sabíamos ni a dónde íbamos. Teníamos que encontrarnos con el coordinador de Radio Belgrano, para la cual fui a Suecia, en Hamburgo. Y en pleno vuelo nos dimos cuenta de que el avión iba a Fráncfort -Sonríe (nunca lo hemos visto enojado a Enrique).
-Fue el Mundial en que Checoslovaquia goleó a Argentina 6 a 1. ¡Qué vergüenza…! Yo era de los que pensaba que Argentina era la número uno del mundo. No sólo en fútbol, en todo. Ahí me di cuenta de la realidad. Llevaba tres años sin fumar, de la conmoción volví al cigarrillo.
Le preguntamos cómo se trabajaba para la radio en aquella época.
-Radio Belgrano compró un circuito telefónico y teníamos una hora fija para transmitir. No teníamos retorno, no escuchábamos a nuestros compañeros y era un riesgo, no sabíamos si estábamos al aire y cómo estábamos saliendo. Pero era lo que había, cuando llegaba el momento contábamos hasta diez y empezábamos: “Buenas noches, amigos oyentes…” Si salía, bien, y si no salía ni nos enterábamos.

En la Argentina, cuando alguien hace gala de mucha erudición futbolera, los amigos lo paran con un lugar común: “¿Quién sos… Macaya Márquez?” Pero Macaya es el que está frente a nosotros, café de por medio.

-En Chile ’62 asistimos al primer pacto de no agresión de los Mundiales, algo que está olvidado -evoca. -Inglaterra, un país capitalista, acordó el empate con la entonces Bulgaria comunista. Algo que solamente en el fútbol puede pasar. Con la igualdad, Inglaterra clasificaba por diferencia de gol y eliminaba a Argentina. Bulgaria no tenía nada que hacer, pero no quería perder con los ingleses. Y salieron 0 a 0. Nunca vi algo igual. Fue como un partido de tenis. Nadie cruzaba la mitad de la cancha, si la pelota caía en campo contrario, la devolvía el rival, así todo el tiempo.

Le quedó un buen concepto de ese Mundial:
-Ya se viajaba bien, estuvo organizado con eficiencia, los estadios eran buenos. Porque en Suecia se jugó en estadios chiquitos, de madera, salvo el de Malmoe, que lo habían hecho nuevo, de cemento, y el de la final, en Estocolmo.
-No había centros de prensa; a cambio el contacto con los jugadores era total. Nos alojábamos en el mismo hotel que el equipo y estábamos todo el día con ellos. Hacíamos las entrevistas que queríamos. Íbamos al entrenamiento y entrábamos hasta en el campo de juego, conversábamos con los jugadores mientras entrenaban. Ahora eso es imposible. Los jugadores cambiaron, pero ojo, los periodistas también cambiaron.

Define al de 1966 como un gran torneo.
-Ya se había progresado mucho, aunque todavía no había televisión en directo. Los partidos se filmaban y se mandaba la cinta por avión.
En 1970, por primera vez no fue enviado por un medio.
-No arreglé con ninguna radio, pero no me quería perder el torneo y fui como colaborador libre. Seguí a Perú, que era un gran equipo, y a Brasil, cuya constitución aún hoy me resulta extraña: una delantera con cinco números 10: Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino.
-¿Ese Brasil del ’70 fue el mejor que viste en todos los Mundiales?
-No, la Holanda de Rinus Michels. Eso fue una revolución, algo increíble, que no se repite nunca más. Y mirá cómo son las cosas, perdió la final… Cruyff decía que si volvían a jugar mil veces ese partido no lo perdían más, pero que ahí les faltó experiencia.

La Copa de Alemania 1974 trajo una novedad, dice:
-Cubrimos todo el Mundial, como se hace ahora. Porque antes cada cual seguía a su selección y nada más. Allí ya hice televisión, trabajé para Canal 7, el estatal. Asistí a un suceso irrepetible: el surgimiento de esa Holanda, una verdadera Naranja Mecánica. Cuando terminó el partido que le ganó a Argentina 4 a 0, Osvaldo Ardizzone, un gran periodista, me dijo: “Vamos a tener que inventar palabras, porque con las que hay en el diccionario no alcanza para explicar esto”. Ese equipo sí que cambió el fútbol.


Macaya Márquez

Macaya Márquez. Periodista.

Foto: Archivo particular Jorge Barraza

Hace un salto de cuatro años y cae en su propia tierra:
-Del ’78 tengo un lindo recuerdo, porque vi por primera vez campeón a Argentina. Fue un Mundial que quedó manchado por la situación política del país, pero estuvo muy bien organizado, de alto nivel, sobre todo en materia de televisación.
Le preguntamos por el polémico partido Argentina 6 - Perú 0.
-No hubo nada, simplemente un equipo avasalló al otro. Además, ese Perú no era un buen equipo, no hizo nada en esa Copa. Y, por último, Argentina pasó a la final y le ganó a Holanda, el fútbol del momento. Le hizo tres goles. El problema fue que Brasil se retiró invicto y por eso se levantaron sospechas.

Para 1982, Macaya ya era la figura central del comentario en la Argentina y se aprestaba a viajar a su sexto Mundial. Ni soñaba que cubriría diez más.
-¿Cómo ves el tema de la tecnología aplicada al fútbol?
-El fútbol se oponía a la tecnología, pero el mundo ha avanzado demasiado en ese sentido. Si luego la televisión nos va a mostrar desde distintos ángulos si la pelota entró o no, el fútbol no se puede quedar en la anécdota, tiene que adecuarse a la época. Al menos en ciertos aspectos puntuales. La pelota fue cuestionada, no sé si es buena o mala, pero si se hizo para darle más emoción al espectáculo y que haya más goles, no estoy de acuerdo, prefiero una gran atajada que un gol tonto.

El 16 de junio va a estar en una de las cabinas del estadio del Spartak, en Moscú, palpitando el debut de Argentina ante Islandia. Marcará un hito: nadie estuvo en más Mundiales que él.

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