El diablo anda suelto, por Jenny Gámez A.

Columna de opinión sobre la actualidad del América de Cali.

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Foto: Filiberto Pinzón

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05 de diciembre 2017 , 10:31 a. m.

Cuesta creer que ese equipo que acaba de eliminar al gran favorito al título, Junior de Barranquilla, es el mismo que hace tres meses salía presa de la decepción del estadio Polideportivo Sur.

Perdidos, desconcertados, avergonzados le decían adiós al DT que fuera héroe del ascenso –Hernán Torres- y hundían la cabeza entre la camiseta roja al sentir que no quedaban más que 9 fechas para evitar el infierno, por casi todos conocido, de la Primera B.

¡Y resulta que casi les sobró tiempo! Con 11 partidos de invicto, el equipo escarlata no sólo se libró del descenso, con lo cual ya hubieran salvado toda la temporada, sino que le alcanzó para llegar a los cuartos de final, un bono que nadie quería desechar y que servía de excusa para darle un partido más a esa hinchada que lleva 36 mil almas al estadio cada vez que se juega de local.

Lo que no estaba en las cuentas, incluso del propio ‘milagroso’ Polilla Da Silva, era llegar a una semifinal. De hecho, a la segunda semifinal del año, nada menos. Eso sí que estaba por fuera de todos los cálculos. Era –es- como ir al supermercado por un jabón para la ropa y, en el jueguito de la caja registradora, ganarse la lavadora.

Basta revisar los dos partidos de cuartos de final: el primero, un concierto de patadas e insultos que nadie quiere recordar, y el segundo un rosario de equivocaciones defensivas, de dudas en el medio campo y escasas aproximaciones al arco rival. Menos patadas sí, pero tampoco mucho más juego.

Si el fútbol fuera justo el finalista sería Junior, que tuvo al menos cuatro opciones clarísimas de gol. Pero el fútbol es fútbol y por eso alcanza una desconfiada excursión ofensiva del buen zaguero Castañeda para llegar a los penaltis y contar hoy la historia de la clasificación.

El verdadero riesgo viene ahora. Con más de lo que los propios jugadores esperaban será momento de jugar para el deleite de su gente, por el honor, con la única motivación de poner a prueba el talento, ya sin tener que sufrirlo.

Y es tan peligroso eso de no tener ninguna obligación que aparece un Junior pleno de alternativas, costosas figuras, lujo y más lujo, y se le gana a pura voluntad. Tal vez en Millonarios alguien lo esté considerando y, en vez de celebrar con entusiasmo inusitado la eliminación del ‘archifavorito’, tome precauciones suficientes para no repetir la triste historia del Tiburón.

Ya lo advirtió el propio ‘Polilla’ Da Silva: “Si nos perdonan la vida nos levantamos con más fuerza”. La final es el riesgo y, contra todo pronóstico, la nueva e inesperada meta del América. El diablo se vale de la tentación para consumar su tarea. Millonarios verá si quiere caer en ella.

Jenny Gámez A.
Editora de Futbolred
@jennygameza 

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