'Esperanto', por Nicolás Samper

El uso del VAR ha causado bastante polémica. Muchos están en contravía.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
05 de julio 2017 , 03:16 a. m.

Era 1984 y mi papá nos llevaba a mi hermana y a mí a comprar cómics en el centro. En casi todos había pequeños avisos en las contraportadas sobre el Esperanto: lo vendían como la última maravilla del mundo, como el idioma que iba a reemplazar la necesidad perentoria de tener otra lengua. De acuerdo a los cálculos de aquellos mercachifles que ponían aquella publicidad, el esperanto iba a ser el idioma del futuro porque más o menos toda la humanidad iba a estar obligada a saberlo. ¿Cuál inglés? Eso es para los arcaicos. ¡Ay de usted si el Esperanto no entraba a su vida! Su condena sería estar incomunicado. Sería pasar en silencio el resto de su existencia mientras los demás, en el marco de cocteles, noviazgos y fiestas, tendrían una vida feliz y armónica gracias al bendito esperanto.

Y al ver lo del VAR siento que estamos frente a un fenómeno similar al del esperanto: sin él no vamos a poder vivir. O al menos así nos lo están vendiendo, como si hiciera una falta terrible. Y aunque sé que estoy algo monotemático porque la anterior columna que escribí en este mismo espacio hablaba más o menos del tema, las pruebas lo condenan.

De acuerdo a lo que han investigado varios medios lo del VAR ha sido impulsado por Pierluigi Collina y Massimo Bussaca y los árbitros suramericanos, dicen que Néstor Pitana en la Confederaciones, han estado en contravía con la idea de tener un asistente de esas características en campo.

¿Cuál ha sido el balance? Porque es de las experiencias que se pueden sacar conclusiones: el sistema sigue siendo demorado y confuso para todos y no hubo mejoras en la Confederaciones, si se hace el comparativo con lo ocurrido en el Mundial de Clubes. En jugadas puntuales de su uso falló clamorosamente: una situación clara de pena máxima cometida a Silva por Fonte en el duelo Chile-Portugal pasó inadvertida. Y en el encuentro México-Portugal, válido por el tercer lugar, una infracción de Pepe a Moreno, tampoco fue vista por los asistentes encargados de estar frente al monitor.

En bonches increíbles como el ocurrido entre mexicanos y neozelandeses -que daba como para dos expulsados mínimo- se saldó con una tarjeta amarilla. Y a Wilmar Roldán lo hicieron cambiar un fallo injusto -iba a expulsar a un jugador y la falta había sido cometida por otro- lo que generó un gran debate: ¿Sobran los árbitros? ¿Su potestad se perdió por cuenta de esta ayuda tecnológica¿ ¿El que manda en la cancha es el VAR y el árbitro central es apenas un asistente, una herramienta?

La cereza en el postre fue el codazo criminal de Gonzalo Jara a Werner en la final. No había que ser un genio para entender que el chileno casi le arranca la carraca de cuajo al alemán. No resistía un segundo análisis. Pero ahí llegó el VAR para ver qué era justo y qué no lo era. Una tarjeta roja cantada terminó en una amarilla injusta y en un reclamo airado de Jara que aplaudió al árbitro con ironía. Yo creo que Jara en realidad lo aplaudió agradeciéndole por no echarlo.

Llamenme arcame huraño: el VAR no sirve. Igual que el esperanto.

Por Nicolás Samper C.
@udsnoexisten

Nicolás Samper, columnista invitado.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
Síguenos en nuestras redes
Comentar
Guardar

Recomendados

  • Premier League
  • Serie A
  • Liga de España
boton left
boton right