Oportunidades, por Nicolás Samper C.

Columna de opinión sobre Juan Fernando Quintero, su pasado y presente en el fútbol

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

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24 de enero 2018 , 02:09 a. m.

La cara de Pedro Sarmiento todavía está en el imaginario: se agarró la cabeza y maldecía su suerte y el haberse dejado influenciar de la tribuna a la hora de tomar una decisión. ¿Por qué no lo había sacado antes? ¿Por qué lo había puesto a jugar? Una lista de porqués recorrían su cabeza, que aunque no tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo, sí se sentía responsable.

El muchachito era uno de sus mejores valores en el campo y estaba demostrando que podía pintar para cosas grandes. Con Envigado se puso la camiseta para pelear por la promoción ante Deportivo Pasto en el 2010. Y en la capital de Nariño un gol suyo resolvía en parte la difícil misión de los antioqueños. Pero en esa tarde en la que se llevó a cabo el encuentro de vuelta una durísima entrada de Germán Mera -un jugador muy rústico en sus inicios- le causó fractura de tibia. Y cualquiera que lo hubiera visto jugar pensaba que ese momento podía ser tan riesgoso como una ventisca en medio de una caminata por la cuerda floja porque una lesión así ha frustrado muchas trayectorias. Ese parecía ser el único obstáculo para que Juan Fernando Quintero pudiera alcanzar las grandes ligas del fútbol: saber si su físico y su mente estarían preparadas para semejante colisión que le tenía preparada el destino.

Logró darle un brinco a esa fatalidad y alcanzó a colarse en el Mundial del 2014. También entró y con una definición maestra derrotó la portería de Costa de Marfil en uno de los juegos más difíciles para la selección de Pékerman en aquella inolvidable copa. Ya su propio talento vencía la incredulidad porque hay que tener personalidad para plantarse, recién ingresado a la cancha, pedir la pelota y definir un encuentro mundialista.

Pero de golpe empezó a dar vueltas y vueltas sin algún asomo de consolidación. Al contrario, lo suyo terminó siendo incertidumbre porque a sabiendas de su magia, la varita parecía estar concentrada en otras cosas. No en el reggaetón o en cantarlo -Julio Mussimessi era arquero de Boca y Selección y cantaba tango- pero era como si el fútbol para él ya no fuera una pasión sino uno de esos trabajos insoportables en los que el jefe se corta las uñas sobre su escritorio mientras da órdenes y él, el empleado, solamente espera a que suene el timbre de salida.

Resulta extraño que -salvo en el caso de Independiente Medellín- semejante crack haya sido más suplente que titular en su trayectoria por Envigado, Nacional, Porto, Pescara, Rennes…

Hoy River Plate le abre los brazos porque Marcelo Gallardo, que jugaba en su posición, sabe lo que es capaz de dar. Y ante los conflictos de Cardona, su nombre, de asentarse, suena como una alternativa más que auspiciosa en la lista de convocados para el próximo Mundial.

Juan Fernando Quintero lo tiene todo. Falta que por fin, decida lanzarse al agua y sacarla definitivamente del estadio.

Nicolás Samper
En Twitter: @udsnoexisten

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
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