Suerte, por Jenny Gámez A.

Como hace cuatro años, la suerte se ha puesto de amarillo. Hay que tomarlo con responsabilidad.

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Foto: Filiberto Pinzón

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03 de diciembre 2017 , 11:51 a. m.

Mucho de lo que se juega en un Mundial pasa por la buena fortuna de empezar en un grupo sin los 'cocos' que bien podían cruzarse en el camino: Alemania, Francia, Portugal, incluso Bélgica. Quiso la suerte que fuera Polonia. Y no quiere decir que sea fácil, es sólo que la suerte quiso ese rival y no otros que ya 'de camiseta' entran ganando 1-0. Podemos maquillarlo, pero esa es la realidad.

Así que es la Polonia de Lewandowski, la que cabalgó en su Eliminatoria con 25 puntos, la que es una tromba atacando por los costados (¡Ay Fabra y Arias!), la que termina en gol el 60 por ciento de sus centros al área, aprovechando su promedio de 1,83m de estatura, bien con el 9 o con cualquier otro hombre que vaya al ataque (¡trabajo para Mina y Dávinson!).

Es fuerte Polonia arriba (hizo 28 goles en 10 partidos de la Eliminatoria) pero en su zona europea recibió 14 goles en 10 partidos. Haciendo bien el trabajo de marca desde el medio y hacia el área propia, hay forma de hacerles daño. ¿O preferíamos una Alemania que es ejemplo de equilibrio o una Francia que se da el lujo de desechar a Benzema porque tiene otras muchas buenas opciones, más jóvenes incluso, para reemplazarlo?

Después, de nuevo la suerte puso en la lista a Japón. Es un hecho que tienen ganas de revancha, después de un 4-1 en Brasil, contra un rival que se dio el lujo de poner en su nómina 8 suplentes. Dolor hay. Y talento. Kagawa, el de Borussia Dortmund, Asano, Idegushi, Honda, Nagatomo, el capitán Yoshida. Pero prefiero a Japón, 'malo conocido', que a un Corea, bueno por conocer, que ya nos ganó en la última gira asiática -la que decían que no servía para nada, esa misma-.

Y está Senegal, el africano del grupo. Este o cualquier otro equipo de esa zona nos garantiza que corren al mismo intenso ritmo durante tres partidos seguidos, que son fuertes en el juego aéreo y que además, desde la comodidad de no ser favorito, van a todo y nada, sin mucho que perder -pregúntenle a Francia, eliminada por ellos en 2002, siendo campeón mundial defensor-. Aún así, el peor africano posible era Nigeria, más experimentado, más fuerte, más 'canchero' en Mundiales. Y va otra vez: pregúntenle a Argentina.

Así que la suerte, como en Brasil 2014, reserva para la segunda fase, y de allí en adelante, a los rivales más difíciles para Colombia -Brasil, por ejemplo, bien puede volver a cruzarse en los cuartos de final-. Y eso es bueno.
Por más que vendamos desde el principio la idea de que el grupo H es tenebroso, la realidad es que no lo es, que permite un par de vacilaciones como las que el equipo vive actualmente, si es que arriba siguen resolviendo los cracks, los dueños del juego al final.

La suerte, como hace cuatro años, se ha puesto de amarillo. Y no hay que lamentarse ni esconderse. Hay que tomarlo con responsabilidad, por supuesto, pero sin renegar de la buena fortuna. Si ella se entera, capaz que se aburre y se va...

Jenny Gámez A.
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