El fútbol que cura

Columna de opinión de Nicolás Samper C.

Nicolás Samper

Columnista Futbolred

Foto: A. particular

En esta noticia

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
26 de septiembre 2018 , 05:26 p. m.

Rodrigo Carvajal es su nombre. Se dedica a ser árbitro profesional de fútbol en la liga de Chile y estaba yendo a su oficio, ese que implica tener que renunciar a veces a los días en los que la familia pide dedicación entera pero ¿qué le vamos a hacer? Es la vida que se ha escogido. Carvajal caminaba el campo con silbato en mano, haciendo diagonales e intentando impartir justicia en un duelo de segunda división entre Magallanes y Valdivia cuando fue advertido sobre una novedad.

No tenía que ver con nada de lo ocurrido en la cancha, ni se trataba de algún fallo que omitió sin darse cuenta: le contaron que su hijo había sufrido un percance, una caída. Al principio todo parecía normal pero pasados los minutos el chico se empeoró y su vida estaba en riesgo por la posibilidad de que estuviera sufriendo un derrame cerebral. Carvajal entonces salió disparado para estar al lado de su niño mientras dejaba al cuarto árbitro, encargado para que siguiera estando en esa película en la que los árbitros son llamados como extras con parlamento pero que son tan indispensables como el actor principal. El fútbol en Chile cobijó a Carvajal.

Las vicisitudes de la vida también agarran la mano de los que creemos están más allá del bien y del mal. Les ocurre lo mismo que a todos nosotros y nos pega duro cuando los que hacen parte del show que nos congrega en una tribuna porque claro, los idealizamos y son nuestros héroes, incluso si se trata de un réferi. Parece que en el rectángulo verde estuvieran protegidos por algo que va más allá de nuestras fuerzas pero claro, son humanos, viven esas cosas tristes que a todos alguna vez nos ha tocado lidiar.

Me acuerdo mucho de “Choronta” Restrepo, aquel volante habilidosísimo, que estuvo en la Selección Colombia y que hizo parte de aquel entrañable Independiente Medellín que rozó la gloria alcanzando las semifinales de la Copa Libertadores del 2003. Tras un gran trasegar futbolístico por canchas mexicanas volvió a ese amor vestido de azul y rojo y con la cinta de capitán saltó al campo de juego para dirimir el título que estaba disputando frente al América de Cali. Antes de pisar el césped a “Choronta” le avisaron que su padre se había ido. Que el corazón no quiso latir más. Sachi Escobar debió encargarse del asunto y le dijo que además de estar con él, tenía potestad absoluta para no disputar el encuentro. Restrepo vio que ante la inminencia de los sucesos que estaban atravesándole la mente, pensó en su papá y en la idea de jugársela por él, como siempre lo hizo, y jugó aquel choque. Era el mejor homenaje que podía rendirle a su viejo: estar en el Pascual, dándole vida al recuerdo del que no regresaría.

Y a veces el fútbol puede ser una terapia para no llorar. Para levantarse erguido pensando en lo que vendrá y en que ya nada puede estar peor: así fue que Roberto Ruscio salió de la tristeza profunda que le provocó enterarse que su ex esposa había asesinado a sus dos hijos. Lo insultaron en varios estadios y esos hinchas que son idiotas por naturaleza le recordaron la espantosa tragedia cada vez que un designio no favorecía a su club. A Ruscio poco le importó pero fue su manera de seguir respirando. El fútbol lo salvó.

Así como a nosotros, en medio de la tristeza, nos saca una sonrisa el club de nuestros amores cuando la vida se encarga de darnos golpes bajos.

Síguenos en nuestras redes
Comentar
Guardar

Recomendados

  • Premier League
  • Serie A
  • Liga de España
boton left
boton right