James o Quintero, no ¡LOS DOS…!

La columna de Jorge Barraza sobre la Selección Colombia, su partido con Japón y lo que viene.

Jorge Barraza

Columnista Futbolred

Foto: Archivo particular

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20 de junio 2018 , 07:58 p. m.

“¡Bieeeeennnnnnn….! James Rodríguez, en duda por una molestia en el sóleo, saltó del banco de suplentes y se preparó para ingresar al campo. Colombia empataba 1-1 con Japón. Los miles de hinchas colombianos celebraron. James, ante todo, representa la esperanza, encarna la ilusión. Ipso facto vino el desencanto: la placa del cuarto árbitro indicaba que quien debía salir era Juan Fernando Quintero. Corrían apenas 14 minutos del segundo tiempo. Se iba la figura de la cancha. Por su gol (un alarde de picardía: sabía que la barrera saltaría toda junta y mandó su tiro libre al ras, sorprendiendo al arquero Kawashima); por sus pases iluminados para Cuadrado y Arias, por esas dos bolas pinchadas, magníficas para Falcao, por su conducción lúcida. Y por su zurda de terciopelo.

Seguimos sin entender el cambio: ¿James por Quintero…? Pekerman dijo luego que lo vio cansado. ¿Un jugador de 25 años, que viene de una preparación casi científica de un mes, está cansado a los 59 minutos del primer partido del Mundial…? Luego, el propio Quintero se sinceró en su declaración: “Estaba bien”.

Se penalizó la excelencia. Aplazaron al que sabía la lección. Mientras, siguieron en el campo otros de pobre rendimiento. Sobre todo, Izquierdo, quien decepcionó en su estreno mundialista. Le pesó. No se integró al juego del equipo, se mostró poco para recibir la bola y, cuando la recibió, no tuvo luces para jugarla, se la quitó de encima rápido y hacia atrás. El hincha suele sintetizarlo mejor que nosotros. “No hizo nada”.

James por Quintero fue la primera de muchas decisiones desafortunadas entre cuerpo técnico y jugadores, aunque la más notoria y poco feliz. Esto encierra un problema más inquietante: el temor de juntar a dos buenos jugadores (o a más de dos). Sobre todo, si tienen perfiles similares. En Corea-Japón 2002, Argentina fue eliminada en primera ronda siendo la favorita al título. Fue lastimosamente eliminada por una correcta Suecia, una Suecia bien aseada y peinada, pero Marcelo Bielsa se volvió con sus convicciones intactas: jamás pondría juntos a Batistuta y Crespo, dos tremendos goleadores. ¡Nunca lo permitiré…! ¡Jamás profanaré mis principios…! Esa tarde, Crespo hizo el gol del empate -tardío- al minuto 88. Había entrado media hora antes por el Bati. Las decenas de miles de hinchas argentinos que hicieron el esfuerzo de llegar hasta la lejana Miyagi quedaron desconsolados, llorosos, pero Bielsa se fue con su orgullo intacto: había anunciado que no pondría juntos a los artilleros. Y cumplió. Un honor extraordinario...

Quintero y James

Ambos zurdos son los jugadores de la creación en Colombia.

Foto: EFE

Pekerman, tal vez sin siquiera acordarse, escribió un segundo capítulo de este Manual del Absurdo. Las dos zurdas de oro que Colombia posee pueden encajar perfectamente. Quintero es manejo, conducción, James es remate, ejecución. Además, los buenos jugadores siempre se acomodan. Solos. Y si James y Quintero hubieran nacido en el mismo barrio, ¿no hubieran podido jugar juntos en la placita…? Brasil del ’70, aquella fabulosa maquinaria de la fantasía, tenía una delantera imposible: de los cinco monstruos, había dos diestros -Jairzinho y Pelé- y tres canhotos -Gerson, Tostao y Rivelino-. Y eran cinco cracks. Bielsa se hubiese escandalizado; Brasil fue campeón mundial. En eso los brasileños nos aventajan por un siglo; si a ellos le nacen juntos cinco Pelé, la delantera la forman así: Pele, Pelé, Pelé, Pelé y Pelé. Nosotros lo veríamos como un desconcepto, un adefesio táctico. Con todo respeto, le preguntaríamos a Pekerman: José, si usted tiene en el mismo equipo a Messi y a Maradona, ¿qué hace… a quién saca…?

Cada gran jugador de los nuestros es un problema para el rival. Si ponemos dos, dos problemas para ellos, y así… Pero si tenemos dos y alineamos uno les estamos haciendo una gauchada. Eso es altruismo.

Antes que a Quintero el entrenador sacó a Cuadrado, que estaba jugando mal (hace tiempo no le vemos una actuación descollante en selección), pero sabe con la pelota, se puede esperar algo de él, tiene complicidad. De modo que, aunque no le sobraba fútbol, sacó a dos elementos con técnica y creatividad (Cuadra y Quintero) y los reemplazó con uno solo (James).

Selección Colombia

La Tricolor empezó con derrota su debut en el Mundial.

Foto: Reuters

Hubo más, decíamos. La formación rara: Izquierdo, Lerma, Mojica… No estaban para esto, al menos no todavía. Dávinson Sánchez (tiene razón Wbeimar Muñoz, tuvo miedo escénico) hizo pareja atrás con Óscar Murillo. Dos sacadores, dos reventadores de bola. Uno tiene que ser de más juego para poder salir con pelota limpia. “El fútbol es de complementos”, me dijo en el viaje de retorno de Saransk ese buen amigo que es el profe Juan José Peláez. Y es verdad. Lo mismo los dos tapones del medio, uno debe poseer algo de técnica para que el primer pase del armado de juego salga limpio. Se advierte una tendencia a reunir luchadores antes que pensadores.

Esperábamos ver a Muriel por Izquierdo, pero alguien nos instruyó: “No, porque Muriel no puede hacer la función de Izquierdo”. Modestamente, inquirimos: ¿cuál función es la que puede hacer Izquierdo? Vemos una inclinación obsesiva en muchos técnicos actuales en privilegiar la función por sobre la calidad de los jugadores. El esquema nunca puede estar sobre la individualidad. Si no tenemos los intérpretes adecuados, mudamos el esquema. Muriel, en el sitio que lo ubiquen, puede hacer más. Genera desequilibrio.

Se entiende el fastidio del hincha colombiano: perder ante un rival que uno sabe que es menos, da rabia. Japón es una expresión modesta, de escaso talento, sin envergadura física, técnicamente discreta. Aún con diez por ese combo de errores y fatalidad del minuto 2, Colombia estaba en condiciones de ganar el partido. Pero hay que buscarlo, tener deseos verdaderos. Se podía haber juntado en el campo a James, Quintero, Cuadrado, Falcao y Muriel. Ya eran cinco para desequilibrar. Si se pierde con eso, paciencia, al menos se intentó.

El mérito de Japón -con menos- fue intentar avanzar con la pelota, ser cuidadoso con ella, hacerla circular, tener posesión, moverla de un lado al otro hasta que apareciera un claro. Y antes de que llegara el gol del triunfo ya era dominador claro, llevaba 10 ó 12 minutos aproximándose y martillando.
El primer partido de un Mundial marca en gran medida el camino. Y la actuación de un equipo, también. No fue un inicio auspicioso y ahora habrá que hacer horas extras: muchos cambios y lograr los puntos necesarios frente a los dos rivales más difíciles.

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